Hoy paso a recordarte amorosamente que, cuando alguien te diga que no puedes lograr eso que te has propuesto o que estás demente por ir detrás de ese sueño, esa persona no habla de tus limitaciones, habla de las suyas. No tiene nada que ver contigo.
Somos espejo para quienes miran a través de nosotros. Reflejamos aquello con lo que se identifican. Igualmente funciona para nosotrxs. Nadie te “hace sentir” de x o y manera.
Cuando nos sentimos mal con los comentarios u opiniones que tienen los demás acerca de nosotros, es porque hay alguna parte de nosotros que se identifica con ese mensaje. La herida ya estaba allí. El comentario de esa persona sólo nos lo recordó porque aún nos duele.
Lo que tiene que ver contigo
Hagamos este ejercicio corto. Mira las siguientes afirmaciones y léelas en voz alta si puedes. Si no, puedes leerlas para ti. Fíjate en las sensaciones de tu cuerpo. ¿Te identificas con alguna de ellas?
Soy una persona promedio
Siempre estoy luchando con todo
Nada es fácil para mí
No puedo hacer nada bien
Siempre me conformo con menos
No soy disciplinado/a
¿Te duele alguna de ellas? Si ninguna resonó en ti, ¡qué bien! Vas por buen camino. Si alguna resonó en ti, ¿sabes de dónde viene? ¿Te vino algún recuerdo que duele? Eso hay que trabajarlo y se puede trabajar.
¿Cómo puedes empezar hoy?
Hay varias cosas que puedes comenzar a hacer desde ya. Si te identificaste con varias de esas aseveraciones, comienza con la que más malestar te ha causado.
Luego lo primero es reconocer ese sentimiento que te produce decir esta afirmación. Ira, culpa, tristeza, dolor, coraje, verguenza, malestar, acéptala. También es parte ti, y esas partes que más nos duelen son las que más amor necesitan.
Lo segundo es poner la intención de querer sanar el origen de eso que te produce este malestar. Hay que querer sanarse, de otra forma no funciona. No importa si puedes o no identificar el origen ahora.
Si estás alerta a las señales, tu Fuente (Dios, el Universo, el Gran Espíritu, el Creador, el Amor…) te llevará a una situación que te haga recordar el origen para que puedas sanarlo. Confía.
Liberar las emociones reprimidas
Para trabajar las emociones reprimidas, lo mejor es coordinar un tiempo a solas para ti y utilizar una técnica de liberación emocional. Ámate suficiente para regarlarte ese espacio.
Hablarle a tu niñx interior con amor, practicar la autocompasión o el tapping (“EFT”) te pueden apoyar en este proceso. Date permiso de llorar y gritar si lo necesitas. Quítate de tu mente esa idea de ser egoísta. Mereces el alivio que te da liberarte de esa condenación, de esa prisión. Además, cuando sanas tú, sano yo y sanamos todos porque somos Uno.
Tu mente siempre será tu aliada
Hasta ahora, tu mente te ha apoyado buscando evidencia de aquello que crees cierto para ti y eso no cambiará. Tu mente siempre será tu aliada. Sólo debemos darle nuevas instrucciones.
Para trabajar la mente, busca evidencias en tu vida que se opongan a ese pensamiento o creencia. Por ejemplo, si crees que no puedes hacer nada bien, busca en tu experiencia de vida cosas que sí has hecho bien como pasar un examen, lavarte los dientes o peinarte, quizás tienes una letra hermosa cuando escribes.
No importa cuán grande o pequeña sea la evidencia, servirá. Haz esto como un juego para ti y repite. Celebra las pequeñas cosas que haces bien. Esto irá reprogramando tu mente hacia el objetivo o la creencia que quieres apoyar.
Deja que la luz blanca permee cada célula de tu ser
Para sanar el espíritu, te invito a practicar esta visualización sencilla y súper práctica. La puedes utilizar para aliviar muchos malestares. Si crees que eres malo para visualizar, Marissa Peer te dice que, si te puedes preocupar, puedes visualizar, así que no preocupes demás. Comencemos.
Imagina, siente, reconoce una esfera de luz blanca sobre tu cabeza.
Esta luz desciende hacia ti y entra por tu coronilla.
Con cada respiración, la luz se mueve y se expande llenando tu cuerpo.
Con cada respiración, la luz alcanza cada rincón de ti y llega hasta esa parte donde hay molestia y malestar.
Allí, quédate un poco más.
Siente como la luz va permeando todo ese dolor, esa herida, o ese malestar con cada respiración.
Siente el alivio y la sanación que recibes a medida que continúas respirando y llenando con luz ese espacio de ti.
Cuando estés listx para terminar, permite que la luz se mueva hasta las partes de ti donde haga falta y cuando imagines, sientas o reconozcas que eres luz, agradécele y vuelve a consciencia del lugar en donde estás.
Este ejercicio es muy fácil y puedes hacerlo unos minutos al día.
Así que, las limitaciones que otros ponen sobre ti nunca son en realidad puestas por ellos, sino que son autoimpuestas. Si no resuenan contigo, es porque no tienen nada quer ver contigo. Si resuenan, es porque hay algo de eso en alguna parte de ti, consciente o inconsciente. Eso sí tiene que ver contigo y puedes decidir qué quieres hacer con ello.
Recuerda, lo que importa no es lo que los demás piensen de ti, sino lo que tú piensas de ti mismx. Al final, sólo tú puedes integrar o desintegrar tus propias limitaciones. ¿Qué vas a hacer con esta información?
Si necesitas ayuda, estoy aquí.
Un abrazo,
Mirgery Medina